Sarna Ovina

La sarna ovina, conocida como sarna del vellón, es una ectoparasitosis causada por el ácaro Psoroptes ovis. Puede transmitirse directamente entre animales enfermos, o por materiales inertes (fómites) como los instrumentos de esquila.

Su ciclo parasitario dura 14 días; tiene la característica de ser muy pruriginosa y producir una dermatitis costrosa que afecta severamente la calidad de la lana y el cuero, pudiendo llegar a provocar la muerte del animal.

La enfermedad normalmente se establece rápidamente y el ácaro cubre todo el animal en el transcurso de 4 a 5 semanas, aunque también se han observado poblaciones que producen una enfermedad crónica, de curso lento, en la que lleva hasta 8 a 10 meses en cubrir todo el animal.

Los síntomas que se pueden observar son animales que se separan de la majada, se muerden y se rascan contra alambrados u otros objetos. Al principio aparecen vesículas y pústulas, que evolucionan a costras amarillentas. El intenso prurito provoca que el animal se rasque y pierda mechones de lana.

El diagnóstico consiste en la visualización del parásito, que a veces no es fácil; se necesita experiencia e instrumental adecuado.

Se trata de una enfermedad bajo campaña sanitaria, de denuncia obligatoria ante la Dirección General de Servicios Ganaderos (MGAP) regida por la ley número 16.339 que cuyo encabezamiento expresa “Declarase plaga nacional la sarna ovina y obligatoria la lucha para erradicarla en todo el territorio nacional”.

Los tratamientos deben ser acordados entre los veterinarios oficiales y los productores, y es imprescindible que también lo hagan los linderos puesto que un solo animal parasitado que quede sin tratamiento es suficiente para que la enfermedad vuelva a aparecer.

Las opciones disponibles y registradas para el tratamiento de la sarna incluyen productos para baños de inmersión tales como amitraz, metilpirimifós y diazinon, y productos de aplicación inyectable como la doramectina, ivermectina y moxidectin. La frecuencia de tratamiento depende de cada producto.

Como en otras parasitosis, el ácaro tiene la capacidad de ir generando resistencia a los principios activos usados para el tratamiento, por lo que es imprescindible seguir estrictamente las indicaciones de los técnicos responsables de la erradicación de esta plaga nacional.